domingo, 5 de junho de 2011
Simon Bolivar, mais um de nossos heróis determinados
sexta-feira, 6 de maio de 2011
San Romero da Nação Pachamama..........
San Romero de América Latina
Benjamín Forcano
Monseñor Oscar Amulfo Romero fue asesinado, mientras celebraba la Misa, en San Salvador, el 24 de marzo de 1980. Creo que Pedro Casaldáliga tiene plena razón al decir que "El pueblo, amado, buscado, asumido pastoralmente, en sus angustias y en sus reivindicaciones, lo hizo santo. Y santo lo viene declarando desde su muerte-martirio y como santo lo venera sobre todo en la catedral-catacumba de San Salvador. El verdadero proceso de canonización del buen pastor Romero ha de ser el proceso de la asimilación de sus causas y actitudes".
Nunca mejor dicho: aparece aquí lo que fue procedimiento normal en el primer milenio de la Iglesia: el pueblo proclamaba santo a quienes consideraba modelos. Es en el año 993 cuando se da el primer santo canonizado por el Papa. Y en el siglo XII, Alejandro XII prohíbe la designación de santos "sin la autoridad de la Iglesia Romana".
Esto hizo que, a partir de entonces, fueran considerados santos gente de la clase alta y media, que se habían distinguido por sus "servicios" a la Iglesia. Examinando el santoral católico, encontramos que el 78 % de los santos y beatos han pertenecido a la clase alta, el 17 % a la clase media y sólo el 5 % a la clase baja. ¿Significa esto algo? A primera vista, sí, que los motivos por los que determinadas personas subían a los altares y las virtudes por las que eran declaradas santos, no eran precisamente las que adornaban a Mons. Romero decidido radicalmente a favor de los pobres, incluso hasta el martirio. Yo tuve la suerte de conocer a este obispo en San Salvador, el 28 de agosto de 1978, en la misa que las ocho de la mañana celebraba para el pueblo. Este le escuchaba y, de vez en cuando, le interrumpía con aplausos. Hora y cuarto le duró la homilía.
Pude verle y hablar con él en Madrid, dos meses antes de ser asesinado. Ya para entonces Mons. Romero había sido propuesto por 118 parlamentarios ingleses para el Premio Nobel de la Paz. Y la Universidad Georgetown de Washington y la Universidad católica de Lovaina le habían otorgado el Doctorado Honoris Causa.
Venía de Roma, muy triste. Había solicitado, un mes antes de llegar a Roma, entrevistarse con el Papa. Al no obtener respuesta, decidió viajar y, allí, aguardar a que le llamaran del Vaticano. Pasaron dos semanas y la llamada no llegaba. Entonces, para no regresar sin ver al Papa, optó por ir a la audiencia general del miércoles, al frente de un grupo de lationoamericanos. El Papa fue dando la vuelta a la gran sala y, al llegar a donde estaba Mons. Romero, le dijo: "¿Y Vd.?" - "Soy, respondió Romero, el Arzobispo de El Salvador" - "Pero, cómo, continuó el Papa, tenemos que vemos." "Entonces, entendí, me dijo Mons. Romero, que el Papa no estaba informado y que le habían sustraído mi petición".
Al día siguiente, le recibió el Papa. Pero, ya sobre su mesa, y antes de que Mons. Romero le entregara un grueso informe, el Papa tenía otro con valoraciones negativas. Ya lo dijo poéticamente Casaldáliga: "Pobre pastor glorioso, abandonado por tus propios hermanos de Báculo y de Mesa. (Las curias no podían entenderte, ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo...)."
Mons. Romero, como todo profeta, supo encarnarse en el pueblo: tuvo ojos para ver, oídos para escuchar y corazón para sentir.
Vio que el pueblo salvadoreño era en un 60 % campesino, que un 40 % era analfabeto, que un 80 % no tenía en sus champas agua ni servicios higiénicos y que más del 92 % carecía de energía eléctrica. Vio que una minoría rica poseía más del 75 % de la tierra.
Oscar Romero escuchó a su pueblo, le oyó reclamar justicia. Un grupo de 2.000 familias se oponía a todo cambio y mejora y persistía en mantener al pueblo resignado y esclavo. Y, al servicio de esas familias, había un gobierno, no elegido por el pueblo, y un ejército extrañamente reclutado y diabólicamente entrenado. Según datos bien contabilizados, en treinta meses (de enero del 81 a junio del 82) fueron asesinados 22.783 ciudadanos, de los cuales un 53 % eran campesinos, obreros, empleados y estudiantes.
Mons. Romero tuvo corazón y supo compadecer. Llegado a El Salvador con ideas moderadas y hasta con la determinación de acabar con las comunidades cristianas de base, hubo de sentir y compartir el llanto de su pueblo. Y, en medio de ese llanto, dijo: "Los pobres me han enseñado a leer el Evangelio". Y se convirtió. Y devino profeta. Y el profeta nunca es neutro.
Mons. Romero no inventa la pobreza de su pueblo, ni el egoísmo y la avaricia de los grandes, no inventa el despliegue represivo del Ejército, ni la omnipresencia decisiva del Gobierno de Estados Unidos. En febrero del 80 escribe al presidente Cárter para que no preste ayuda ni intervenga en los destinos de su país.
Mons. Romero está con todos, pero de una y otra manera. Está con los ricos para combatir su riqueza y exigirles que dejen de oprimir; está con los pobres para que mantengan su dignidad y exijan sus derechos. Pide a los ricos que se despojen de su egoísmo y avaricia, que no alimenten el desespero del pueblo, que compartan los bienes, que cambien sus corazones de piedra en corazones humanos, que dejen de ensangrentar El Salvador con su violencia.
Pero los ricos, por muy cristianos que "sean", no se convierten. Y comienzan a calumniarlo acusándolo de comunista, subversivo, politizado, divididor de la Iglesia. Otros, los prudentes, los equidistantes, le consideran imprudente y equivocado.
Desde altas instancias se trabajó para que dejara su cargo de Arzobispo y para que no asistiera a la reunión de los obispos latinoamericanos de Puebla. Me consta –de fuente absolutamente fidedigna- que incluso se llegó a pedir a su médico personal que lo declarara loco para alejarlo de la diócesis.
A los hombres del ejército les pide que no obedezcan una orden de matar:
"Hermanos son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: No matar. Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el Gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión!"
Estas palabras, transmitidas por la emisora ISAX del Arzobispado, fueron las últimas que oyeron miles y aun millones de oyentes de toda América Latina. Con ellas había firmado su sentencia de muerte.
Diez años más tarde, sus grandes amigos Ignacio Ellacuría y otros jesuitas, después de haber echado su suerte también con los pobres, se encontraron con el mismo dilema. El coronel Guillermo Alfredo Benavides, en vísperas del asesinato, dijo: "Ellos o nosotros". Y el 15 de Noviembre del 89, el alto mando militar tuvo una reunión para tratar los asuntos militares del día. Al concluir la reunión:: "todos ellos se tomaron de la mano e invocaron a Dios ".
Con razón al día siguiente de la matanza, en Tailandia, un pisano le preguntaba a Jon Sobrino: ¿Y en El Salvador hay que católicos que matan a los sacerdotes?
Una vez más se cumplían aquellas palabras: "Os matarán y creerán que hacen un obsequio a Dios". "Por vuestra causa es blasfemado el nombre de Dios en las naciones".
Amenazado de muerte, Mons. Romero rechazó toda escolta y protección: "Yo tengo que arriesgarme como cualquier otro ciudadano de mi pueblo en la lucha por la libertad” y entreviendo lo que le esperaba, dijo: "Un obispo morirá, pero la Iglesia, que es el pueblo, no perecerá jamás".
Mons. Romero, sin ser alzado por los caminos oficiales a la gloria de Bernini, será este 1 de mayo, aclamado por el pueblo de Dios como Santo. A él le consumió el Reino de Dios, que él anunciaba como preferente para los más pobres y necesitados. A él le consumía la dignidad y derechos maltratados de los pobres y por ellos luchó, trabajó y vivió. Fue hermano, amigo, abogado, padre y padrino suyo. Y, por eso , los poderosos lo odiaron y mataron. Su palabra, su denuncia, su testimonio y su coherencia estuvieron en consonancia con la vida de Jesús. Y, como a él, lo eliminaron. Fue testigo de la verdad, voz de los sin voz, esperanza para los oprimidos y excluidos, bienaventurado por causa de la justicia y mártir por desobedecer al dios Capital.
- Benjamín Forcano es sacerdote y teólogo.
quinta-feira, 28 de abril de 2011
De canções e de revolução
A história é escrita a cada momento com atos e atitudes que podem marcar com sombra ou com luz, como um grande herói, ou revolucionário que se destacou, ou um conjunto de pessoas que tocadas por seus ideais, por uma aspiração que vem ao encontro das aspirações de tantos mais vai se forjando... mudando, criando. Efervescente e viva!
A música, assim como outras manifestações artísticas expressam muito do que vai na alma de um povo numa fração do que chamamos tempo... Revendo um vídeo que fala de "Música de Protesto", algo nos tocou... é a cara de um Brasil que sofreu de violência, de restrições da liberdade, mas de muitos que lutaram, e não com armas usuais de guerrilhas, pelo menos não tanto... Falamos de uma outra arma, a palavra em forma de versos melodiosos... a resistência a não deixar que a censura acabasse com a expressão de tons, semitons, palavras com duplo sentido... mas, sim, por intermédio de músicas fortes que marcaram a vida de gente daquela época, e espalhou seus reflexos para frente e que foi um brado sonoro, em ondas dançantes, em ritmos de chamamento...
Assim, hoje, com simplicidade homenageamos os cantantes de vida e de beleza, em forma de protestos, os que acreditaram e voltaram ao nosso Brasil, os que por um tempo seguiram o "Brasil, ame-o ou deixei-o", embora o deixar pudesse não estar divorciado do amar... E quando iniciado um período de democratização, retornaram do exílio... músicas que nos tocam até hoje, ainda que o tempo tenha suavizado a juventude e o ímpeto daqueles que cantaram e compuseram...
Hoje, somos a Nação Pachamama herdeira de tantos atos heróicos e revolucionários por essa América Latina colorida de jeitos e ideais... de trabalho e também de lutas... Que sejamos persistentes e corajosos o suficiente para levarmos bem alto nossa bandeira, e com nossas atitudes e jeitos, nossas diferenças trabalhadas e harmonizadas, possamos, SIM, mudar o que tem que ser mudado, possamos, sim, ouvir o grito de Pachamama e instigar a que Ela seja ouvida, possamos, sim, ser o exemplo, não o perfeito, mas o cheio de humanidade, para que um tempo melhor chegue, para que se prepare (e está se preparando) nossas casas internas e nossa Grande Casa para o retorno de Cristo à Terra!
Assiste o vídeo, sem um juízo de valor, mas apenas sentindo... e relembra o guerreiro que há em ti... sente nossa terra amada Brasil, sente que podemos ser a Nação Pachamama, ampla, convidativa, equilibrada e amorosa! Depende de cada um de nós!!! />http://www.youtube.com/watch?v=WFXxRDXGHCU&feature=related
sexta-feira, 15 de abril de 2011
Chiquinha Gonzaga, mulher de coragem
Chiquinha Gonzaga, nasceu Francisca Edwiges Neves Gonzaga, em 17/10/1847 foi compositora, pianista e foi a primeira mulher a reger uma orquestra no Brasil.
Era filha de José Basileu Gonzaga, general do Exército Imperial Brasileiro e de Rosa Maria Neves de Lima, uma mulata muito humilde. Apesar de opiniões contrárias da família, casou-se após o nascimento da menina Francisca. Chiquinha Gonzaga foi educada numa família de pretensões aristocráticas (seu padrinho era Luís Alves de Lima e Silva, o Duque de Caxias). Ela conviveu bastante com a rígida família do seu pai. Fez seus estudos normais com o Cônego Trindade, um dos melhores professores da época, e musicais com o Maestro Lobo, um fenômeno da música. Desde cedo, frequentava rodas de lundu, umbigada e outros ritmos oriundos da África, pois nesses encontros buscava sua identificação musical com os ritmos populares que vinham das rodas dos escravos.
Inicia, aos 11 anos, sua carreira de compositora com uma música natalina, Canção dos Pastores. Aos 16 anos, por imposição da família do pai, casou-se com Jacinto Ribeiro do Amaral, oficial da Marinha Imperial brasileira e logo engravidou. Não suportando a reclusão do navio onde o marido servia, (já que ele passava mais tempo trabalhando no navio do que com ela) e as ordens dele para que não se envolvesse com a música, além das humilhações que sofria e o descaso dele com seu sonho, Chiquinha, após anos de casada separou-se, o que foi um escândalo na época.
Leva consigo somente o filho mais velho, João Gualberto. O marido, no entanto não permitiu que Chiquinha cuidasse dos filhos mais novos: Sua outra filha, Maria do Patrocínio e do filho, o menino Hilário, ambos frutos daquele matrimônio. Ela lutou muito para ter os 3 filhos juntos, mas foi em vão. Sofreu muito com a separação obrigatória dos 2 filhos imposta pelo marido e pela sociedade preconceituosa daquela época, que impunha duras punições à mulher que se separava do marido.
Anos depois, em 1867, reencontrou seu grande amor do passado, um namorado de juventude, o engenheiro João Batista de Carvalho, com quem teve uma filha: Alice Maria. Viveu muitos anos com ele, mas Chiquinha não aceitava suas traições. Separa-se dele, e mais uma vez perde uma filha. João Batista não deixou que Chiquinha criasse Alice, ficando com a guarda da filha. Apesar disso tudo, Chiquinha foi muito presente na vida de todos os seus quatro filhos, mesmo só criando um deles. Ela sempre estava acompanhando a vida deles e tendo contacto.
Ela, então, passa a viver como musicista independente, tocando piano em lojas de instrumentos musicais. Deu aulas de piano para sustentar o filho João Gualberto e mantê-lo junto de si, sofrendo preconceito por criar seu filho sozinha. Passando a dedicar-se inteiramente a música, onde obteve grande sucesso, sua carreira aumentou e ela ficou muito famosa, tornando-se também compositora de polcas, valsas, tangos e cançonetas. Antes, porém, uniu-se a um grupo de músicos de choro, que incluía ainda o compositor Joaquim Antônio da Silva Callado, apresentando-se em festas.
Aos 52 anos, após muitas décadas sozinha, mas vivendo feliz com os filhos e a música, conheceu João Batista Fernandes Lage, um jovem cheio de vida e talentoso aprendiz de musicista, por quem se apaixonou. Ele também se apaixonou perdidamente por essa mulher madura que tinha muito a ensinar-lhe sobre música e sobre a vida. A diferença de idade era muito grande e causaria mais preconceito e sofrimento na vida de Chiquinha, caso alguém soubesse do namoro. Ela tinha 52 anos e João Batista, apenas 16. Temendo o preconceito, faz que ela fingisse que o adotou como filho, para viver esse grande amor. Esta decisão foi tomada para evitar escândalos em respeito aos seus filhos e à relação de amor pura que mantinha com João Batista, da qual pouquíssimas pessoas na época entenderiam, além de afetar sua brilhante carreira. Por essa razão também, Chiquinha e João Batista Lage, ou Joãozinho, como carinhosamente o chamava, mudaram-se para Lisboa, em Portugal, e foram viver felizes morando juntos por alguns anos longe do falatório da gente do Rio de Janeiro. Os filhos de Chiquinha, no começo, não aceitaram o romance da mãe, mas depois viram com naturalidade. Fernandes Lage aprendeu muito com Chiquinha sobre a música e a vida. Eles retornaram ao Brasil sem levantar suspeitas nenhuma de viverem como marido e mulher. Chiquinha nunca assumiu de fato seu romance, tendo sido descoberto após a sua morte, através de cartas e fotos do casal. Ela morreu ao lado de João Batista Lage, seu grande amigo, parceiro e fiel companheiro, seu grande amor, em 1935, quando começava o Carnaval.
Chiquinha participou ativamente da campanha abolicionista, por conta da revolta que sentia por seus ancestrais maternos terem sido escravos e sofrido muito, e da proclamação da república do Brasil, e comprava a alforria de escravos com o dinheiro de suas composições. Também foi a fundadora da Sociedade Brasileira de Autores Teatrais.
Ao todo, compôs músicas para 77 peças teatrais, tendo sido autora de cerca de duas mil composições em gêneros variados:valsas, polcas, tangos, lundus, maxixes, fados, quadrilhas, mazurcas, choros e serenatas.
(Bibliografia: Wikipedia.org)
Mais sobre Chiquinha? Acesse
http://www.acordacultura.org.br/herois/episodio/chiquinhagonzaga
segunda-feira, 11 de abril de 2011
DOMITILA CHUNGARA - GUERREIRA DA PAZ
"Recordo-me de uma assembléia de trabalhadores,nas minas da Bolívia, já faz umtempinho, mais de 30 anos: uma mulherlançou-se entre os homens e perguntouqual é nosso inimigo principal. Escutaram-se vozes que respondiam: ‘o imperialismo’,‘a oligarquia’, ‘a burocracia’…
E ela, DomitilaChungara, esclareceu: ‘Não, companheiros.
Nosso inimigo principal é o medo, e o levamos dentro de nós.’" Eduardo Galeano